Para ser un compositor cuyas canciones son conocidas por su profundidad emocional y romance serio, Ed Sheeran es bastante alegre en la vida real. Tiene un ingenio de risa y realmente es el hombre normal que se describe a sí mismo, lo cual es irónico dado que estaba contando chistes a sus 90,000 admiradores en el histórico Rose Bowl Stadium en Pasadena, California.
Vestido con su característica camiseta y jeans, y acompañado solo por su guitarra y un pedal de samples, la simplicidad de su banda de un solo hombre fue lo que permitió que el talento en bruto que lo elevó al estrellato brillara en primer lugar.
En su primer show en una serie de fechas de giras en América del Norte, interpretó una mezcla de favoritos, incluyendo “The A Team”, que jugó por primera vez en el Rose Bowl en 2010, y “Perfect”, durante el cual las dulces letras se hicieron eco un llamativo mar de linternas de iPhone. También lanzó algunas gemas menos conocidas, como su canción favorita para tocar en vivo, “Tenerife Sea”.
La multitud estuvo compuesta principalmente por parejas, grupos de preadolescentes con chaperones padres e innumerables otros que han sido fanáticos del cantante pelirrojo desde el primer día.
Independientemente de la edad o la escala de la fandom, cada participante en el concierto cantó sin vergüenza las canciones exitosas: “Si no conoces las palabras de esta canción, es posible que no estés en el concierto correcto”, bromeó antes de ofrecer su gran éxito, “Pensando en voz alta”, una canción aparentemente ineludible.
Al final del set de casi dos horas, marcado por tal vez la canción más popular de 2017, “Shape of You”, la energía de los fans aún no se había calmado. Gritaban y saltaban al ritmo en cada oportunidad, un testamento tangible del efecto que tiene la música de Sheeran.
