
Mis queridos chicuelos y chicuelas, hablar de El Chato Cejudo es hablar de un hombre que, para todos los que tuvimos el privilegio de conocerlo, nos dejó una huella imborrable de su paso por nuestras vidas. Un hombre que siempre tenía una sonrisa a flor de piel, una anécdota, una ocurrencia. Tuve el gusto de conocerlo desde que yo era una niña porque él y mi mamá (q.e.p.d.) fueron amigos desde niños y él le presentó a mi mamá a mi querida Carmen Salinas. La amistad de ellos duró por siempre, hasta que mi mamá se les adelantó. Cada vez que mi mamá iba al teatro a ver una obra de Carmen Salinas, ya fuera “Cada quien su vida” o “Aventurera”, El chato la recibía cantándole: “Prendan luces….” tema de una comedia musical. Cada vez que fui a cubrir yo para Furia Musical “Aventurera” él personalmente se encargaba de darme el mejor lugar, de meterme de alguna manera en la obra y de decirle a Carmen, ahí está la hija de Blanquita. Siempre dicharachero, ocurrente y especial, un ser humano maravilloso que para Carmen era como un hermano, como alguien de su familia, un confidente, amigo entrañable. Desde aquí mando hasta el cielo mil besos a este hombre que dejó una profunda huella en mi vida y al que nunca olvidaré. ¡Chato, te amo!