
LANZA DISCO Y PREPARA SHOW Y GIRA INTERNACIONAL.
· La actriz, cantante y empresaria debutó a los 16 años como Rostro de El Heraldo de México.
· A Ernesto Alonso le debe su incursión en las telenovelas, a Valentín Trujillo su pronta llegada al cine y a Juan Gabriel su primer gran éxito en la música, reconoce la diva.
· De Pedro Torres: “siempre fue un tipazo conmigo… él fue quien me hizo la imagen de diva”, asegura.
· Un especial de trayectoria, un disco recopilatorio y un concierto están entre sus planes para festejar este aniversario; además le encantaría regresar al cine.
· Como empresaria prepara el lanzamiento de “Chocolate diva”, un producto que a base de endorfinas promete felicidad.
Hablar de Lucía Méndez es hablar de una mujer talentosa, seductora, versátil por necesidad, exitosa por añadidura, que lo mismo ha dejado huella en la pantalla chica que en el Séptimo arte; que ha trabajado con los más importantes productores de televisión y directores de cine; grabado diversos géneros musicales, con temas de compositores icónicos como Juan Gabriel y Camilo Sesto, bajo la producción también de figuras como Rafael Pérez Botija, Honorio Herrero, Miguel Blasco, Kiko Campos y Fernando Riba, entre otros.
Su incursión en el medio fue en 1972, cuando fue elegida “Rostro del Heraldo” por Gabriel y Oscar Alarcón, a quienes cautivó por su personalidad pero también por su fuerza de voluntad, tras deshacerse de ocho kilos en una semana.
Tenía 16 años y había decidido entrar a este mundo pese a la oposición paterna, que cedió cuando maleta en mano Lucía anticipó su salida de casa. “Si no puedo hacer nada para que desistas, lo único que puedo es pedirte que lo tomes con seriedad y trates de ser la mejor”, fue la respuesta de su padre, un ingeniero químico de Guadalajara, que falleció al poco tiempo.
“Enseguida me metí a clases con José Luis Ibáñez y él me enseñó a entender la crítica”, recuerda Lucía Méndez, quien de esa experiencia salió fortalecida y con su primer papel en teatro, con el personaje de “Francis”, que a sugerencia de Julissa hizo para la obra “Nada de sexo que somos decentes”, por la cual ganó todos los premios de teatro del año.
Ese primer triunfo, dice, le dio el valor de buscar a Ernesto Alonso, a cuya oficina llegó “disfrazada” de periodista. Tras contarle sus intenciones, el “Señor telenovela le dijo “me gusta tu habilidad y seducción, vete mañana a Televisa” y la llevó a las grabaciones de “Muchacha Italiana viene a casarse”, con Angélica María, en la que tuvo una pequeña parte.
“Me fue llevando poco a poco, hasta que llegó ‘Mundos opuestos’ y las ‘Noches de Lucía’, programa que duró seis meses en primer lugar de rating y que no duró más porque era fuerte, un día en el circo, otro en el autódromo y así”, recuerda Lucía.
Antes, se hizo novia de Valentín Trujillo, quien ya era famoso en cine y a quien, reconoce, le debe haberla hecho popular e introducirla en el ambiente para su primera película, en 1972. “Gracias a él me di a conocer muy rápidamente, hasta que un día me dijo te casa conmigo o me caso con otra y se casó con otra”, recuerda divertida Lucía, quien lloró como “Magdalena” con su compadre Juan Gabriel ante esa decepción de la que nació “Siempre estoy pensando en ti”, tema que grabó en 1975, en su debut discográfico, que vendió un millón de copias.
“Con esa canción empecé a ‘palenquear’ y mis primeros éxitos fueron de Juan Gabriel, luego vino Camilo Sesto, quien me enseñó a cantar pop, me produjo un gran disco y me enseñó a expresar la balada, fue mi gran maestro en balada pop”, añade Lucía, quien en el inter seguía haciendo cine; donde filmó cintas como “El hijo del pueblo”, al lado de Vicente Fernández.
“Viviana” (1978) con Valentín Pimstein fue su primer trancazo internacional, a los 19 años, y ahí fue donde conoció a Dimitrio Sarrás, quien la empieza a “couchear” y viene “Colorina” (1980) y “damos otro trancazo, con una temática de romper esquemas, interpretando a mujer fuerte pero de corazón noble…’Colorina’ es un escándalo, nos cambian de canal al 4 a las 11 de la noche, pero es un fenómeno que nadie detiene.
En esa época muere su padre y sobre ella recae la responsabilidad de su familia, su madre la manejó de hábil manera durante 10 años y Lucía florece dándose tiempo para todo; “ahora es versatilidad pero en aquella época era necesidad”, dice Méndez, quien sacó adelante a su familia pasando del set de televisión a la locación cinematográfica y los palenques.
CINE
Vino “Más negro que la noche”, con Carlos Enrique Taboada, una cinta icono del género de suspenso, que recuerda con cariño por la gran dirección pero también por los consejos que la ayudaron a salir de una depresión, porque de tanto trabajo no tenía tiempo de nada.
Otro ‘monstruo’ que se atravesó en su carrera fue Rafael Pérez Botija, quien le hizo “Castígame”, un disco adelantado, “avant garde”, y en seguida vino “Vanessa” (1982), novela que rompió esquemas también porque la heroína es muerta en el final. Luego haría “Tú o nadie” (1985), con Ernesto Alonso”, escrita por Mará Zaratini y su primera nominación al Grammy estadounidense, por el disco “Corazón de Piedra”, con Honorio Herrero.
En cine hace películas como “Los hijos de Sánchez”, “Los renglones torcidos de Dios” y “La ilegal”, ésta última bajo la dirección de Arturo Ripstein, que deja huella porque se había abordado el tema pero no desde el punto de vista de una mujer.
También trabajó con Carla Estrada, en “Amor de nadie”, de Erick Von, donde todos los maridos se le morían, y grabó los discos “Te quiero” y “Solo una mujer”, ambos con Herrero, a mediados de los años 80. Estaba tan entregada a su carrera que no tenía tiempo ni para el amor, aunque sí fue muy noviera, confiesa Lucía, a quien el éxito le llegaba a manos llenas.
Más adelante graba “Mis íntimas razones”, con Fernando Riba y Kiko Campos, y enseguida viene el “boom” de “El extraño retorno de Diana Salazar” (1988-1989), que reunió el talento de la Méndez con el de Carlos Olmos y Carlos Téllez, en la primera telenovela mexicana que usó efectos especiales. Fue un proyecto que marcó fuertemente su vida.
Vendría la telenovela “Mariaelena” y en discos “Luna Morena” y “Bésame”, producido por Miguel Blasco, la mantienen en pie pues dan la pauta para sus “Noches de cabaret”, la producción de cabaret más importante de los últimos tiempos que de la mano de Blasco y Pedro Torres la hacen dar vuelta por todo Latinoamérica.
En 1993 viene “Se prohíbe”, disco producido por Jorge Calandrelli y un año después la telenovela “Señora tentación”, que le permiten seguir abriendo brecha ahora en Miami, con Telemundo, lapso en el que también grabó el disco homónimo con canciones de Agustín Lara a ritmo de Big Band.
Luego hizo “Todo o nada”, “Tres veces Sofía” y “Golpe Bajo”, tras lo cual regresa a Miami, donde entre otros proyectos hace “La Malinche”, el audiolibro de Laura Esquivel con el que aprendió mucho pues tuvo que hacer todas las voces. Sufrió mucho pero al final le valió el “The Latino Book Awards” (2007) y el Audio Publisher Association (2008), premios como Mejor narradora latina.
EL GRAMMY
Pero en la vida de Lucía Méndez no todo era ya trabajo y se casa con el productor Pedro Torres con quien dura siete años y tiene a su hijo Pedro Antonio. “Me enamoré de su talento y su forma de ser; me hizo muchas cosas bellas, muchos videoclips, Noches de Cabaret, con un éxito rotundo, la presentación de ‘Luna Morena’ que me valió otra nominación al Grammy; su nombre está asociado al triunfo, a las cosas bien hechas. Él me hizo esa imagen de diva”, reconoce.
En 2001, después del 9/11, asiste a la Casa Blanca a invitación de Emilio Estefan, pasa tan inadvertida que se pone a pensar en el asunto de la atracción que alguna vez su padre le dijo tener, eso la lleva a desarrollar, al lado de un bioquímico, “Vivir by Lucía Méndez”, perfume de feromonas, que resulta un éxito probado en Estados Unidos y que después trae a México distribuido por una importante marca de cosméticos, convirtiéndola ahora en gran empresaria.
A este perfume le sigue primero su nominación como presidenta de la Cámara de Comercio de Mujeres Mexicanas Empresarias en Estados Unidos, por su fragancia; luego “Aura”, una nueva mezcla de Mirra, ámbar e incienso, que ha seguido los pasos del primero, y está por entrar a Rusia e Italia; en tanto se cocina el lanzamiento de “Chocolate diva”, un producto a base de endorfinas que dará felicidad.
Tras otro matrimonio menos afortunado, Lucía Méndez regresa en 2007 a Televisa con la novela “Amor sin maquillaje” con Rosy Ocampo”, sigue cantando, hace “Enamorada” y un homenaje a Juan Gabriel con el que gana el Grammy Latino.
Son 40 años de mucho trabajo, sacrificios de todo tipo, pero al final de muchas satisfacciones, porque ha podido desarrollar su creatividad y crecer artísticamente hasta donde ha querido. “Gracias a Dios he tenido mucha suerte por las personas que me han rodeado y han creído en mi talento, agradezco a la vida y a Dios que me ayudó y seguimos en el camino. Soy una guerrera”, asegura Lucía, quien ahora quiere celebrar por todo lo alto con un especial para televisión, un concierto y un disco recopilatorio de su trayectoria.
Además tiene en mente regresar a hacer cine y para ello retomará una idea propia desarrollada por Ricardo Rentería y que tiene que ver con tráfico de humanos.
Otros reconocimientos que ha tenido Lucía son el que en 1984 se convirtió en la primera artista hispana en tener una estatua en el Museo de Cera de Hollywood; la comunidad de Miami le concedió una “estrella” en el Paseo de la fama de la Calle 8; en su natal Guanajuato se le concedió el Arlequín de Bronce, y en República Dominicana le dieron en 2005 el premio Casandra Internacional; incluso fue designada Reyna de Reynas de la Comunidad Gay en Estados Unidos, por la lucha que dio para evitar suicidios entre menores gays incomprendidos.
Para este año de celebraciones, Lucía Méndez presenta su disco de éxitos, editado bajo el sello Sony, y prepara la gira de su espectáculo Noches de cabaret y “Lucía Méndez en concierto”, en diversos escenarios del país y en el extranjero.