La noche del viernes el cubano regresó a la ciudad con su muy criticada obra “Un amante a la medida”, en donde en esta ocasión batalló para poder hacer clic con el público, primero porque a diferencia de su anterior visita, la sala no se encontraba abarrotada en su totalidad, y además el público que en su mayoría eran mujeres, empezaron muy frías la función.
William desde su llegada trató de echárselas al bolsillo, fue hasta cuando el protagonista de “Sortilegio” se quitó la playera a mitad de escenario que la locura invadió el lugar.
Desde entonces el ambiente era otro, faltaba excusa para festejar cualquier gesto, ademán o frase que el cubano mencionara, para que ellas estuvieran rendidas a sus pies. Nadie ponía atención a su nivel actoral, el teatro pasó de ser el templo del drama al sitio donde las hormonas se posicionaron del ambiente; gritos de euforia y peticiones cadentes fue lo que sobresalieron durante toda la función.
La trama pasó a segundo término, a las fanáticas no les importaba la obra. Entre el público sobresalía gente de pie gritando piropos al actor, propuestas de matrimonio en pancartas, pósters de Levy posando con poca ropa, mientras que el resto de la compañía realizaba su trabajo a la perfección: lograr que William se luciera frente a sus seguidoras.
“¡Papito!”, “Cuero”, “¡Mucha ropa!” y demás frases fueron las que las regias gritaban a todo pulmón durante la obra, más cuando todos pensaban que las regias no podrían hacer más, el ambiente volvió a subir de temperatura.
Al final de la obra, justo cuando su papel se despide del escenario y pide un taxi, unas llaves de un automóvil fueron arrojas al actor.
Fuente: milenio.com
https://www.youtube.com/watch?v=y3g0Z5eQjuM
Escena de la obra teatral “Un amante a la medida”
