
Por: Blanca Martínez
Hoy no sólo tenemos que festejar a los niños pequeños, jamás debemos olvidar a nuestro niño interior.
Desde esta página que se hace con mucho amor para ustedes desde hace muchísimos años, todo el equipo que trabajamos en ella les mandamos un gran abrazo y felicitación a todos los niños del mundo. ¡Qué etapa tan hermosa es la niñez!
Pero al mismo tiempo, la niñez es esa etapa en la que nos quedan marcadas muchas cosas, por ello no debemos abandonar jamás a nuestro niño interior porque es él quien tiene huellas que, casi siempre, con los años, tenemos que trabajar para poder evolucionar en esta vida a la que venimos para ser felices.
Les cuento la historia de esta foto: siempre que la veo me parece ver a mi mamá bordando ese traje de la reina de las hadas que usé en un festival del kinder, poniéndole lentejuelas plateadas al tul. Mi mamá sabía coser maravillosamente y mucha de mi ropa, no sólo para los festivales del kinder me la hacía ella.
Esta foto me recuerda mucho toda mi infancia, las maravillosas piñatas que me hacían mis papás en el bellísimo patio que había en mi casa, con una fuente en medio en la que siempre había gardenias por lo que todo el patio olía…simplemente delicioso.
Mi infancia fue una infancia maravillosamente feliz, llena de fantasías y de felicidad. Una persona importantísima en mi infancia fue mi abuelita materna, se llamaba Esther y murió cuando yo tenía 11 años. Ella jugaba muchísimo conmigo y me enseñaba canciones y me veía bailar alrededor de ese patio que siempre recuerdo con mucho cariño.
Mi abuelita Esther siempre me sentaba junto a ella mientras tocaba el piano e insitía siempre en que no dejara mis clases de piano. Siempre me gustó la música y logré tocar el piano leyendo nota, pero jamás como mi mamá, que fue concertista de piano clásico.
Dejé las clases porque me gustaba más el ballet y luego el flamenco. También tomé en algún tiempo clases de guitarra. Hoy lamento mucho no haber seguido con las clases de piano y reconozco todo lo que me decía mi abuelita Esther.
Por otro lado, mi abuelita paterna, Mercedes, a quien todos decíamos “Guelita Meche” me enseñó a tejer con gancho y con agujas. Era una extraordinaria tejedora, hacia manteles, colchas, sweters, en fin. ¡Buenísima para tejer!
Ella también me enseñó a hacer las maravillosas tortillas de harina que son típicas de mi tierra: Monterrey.
Hoy que es día del niño deseo con todo mi corazón que todos los niños sean felices, y reitero, mando un abrazo a todos los niños interiores de todas las personas que amo y deseo que nunca dejen de apapachar a ese niño que está dentro de nosotros.
¡Feliz día del niño!