
Hay gente que no se muere nunca, que su obra deja tal huella que permanece para siempre. Tal es el caso de Carlos Monsiváis, a quien tuve el privilegio de conocer en un baile de Los Tigres del Norte ya que Jorge Hernández y Carlos Monsiváis llevaban una hermosa amistad. Su obra, su huella y su indiscutible estilo y talento quedarán para siempre. Gracias por esa maravillosa pluma que seguirá escribiendo en el cielo.