Querida María Eugenia o Tucita como te llamamos todos. Tú nunca te vas, siempre permaneces…así como por años y años permaneció esa niña que gritaba: “¡Papá, tengo sed!” en la película “Los Tres Huastecos”, así como permaneció siempre esa madre, hermana, amiga, confidente que vive en tantos corazones.
Tú nunca te vas, me parece estar en primera fila con mis papás (que seguramente ya se reunieron nuevamente contigo y con Rómulo), en el Teatro Forum viéndote hacer los más maravillosos personajes, al lado de tu esposo amado.
Tú nunca te vas, me parece estar sentada platicando sabrosísimo contigo en el restaurant del Safi Centro y contándonos miles de cosas y viendo tus ojos siempre llenos de luz y tu memorable e inolvidable sonrisa.
Tú nunca te vas…tu voz contando cuentos está resonando aún en todos los oídos de las personas que tanto te aplaudieron.
Tú nunca te vas, estás reflejada en tus hijos, Luz María, Maru y Fernando, porque no sólo fuiste una gran madre, sino una amiga y vivirás por siempre en cada uno de ellos.
Estoy segura que estás nuevamente abrazada al amor de tu vida: Rómulo Lozano, que te habrás encontrado también a Pedro Infante y le dirás: “Ay condenadote, si no te quisiera tanto”.
Y estás donde no hay dolor, donde todo está lleno de luz como tu mirada…con las estrellas.
Te quiero siempre
Blanca Martínez
