LOS CALIGARIS más que una banda un circo

Puede que sean conocidos por su alegre caos y vibrantes espectáculos circenses, pero lo que realmente alimenta la magia de Los Caligaris es un vínculo mucho más profundo que cualquier actuación: la familia. Esta historia va más allá de las luces brillantes y los icónicos disfraces de payaso para revelar la auténtica dinámica humana que ha mantenido unida a esta banda durante décadas. A medida que exploramos la singular dinámica entre los miembros fundadores, Martín Pampiglione y Raúl Sencillez, y cómo su historia compartida ancla a todo el grupo. Desde la gestión de las diferencias creativas hasta la presión de la vida en la carretera, descubriremos los secretos de su perdurable armonía.

Mi vida sin tu vida - Los Caligaris, Los Auténticos Decadentes & Banda El Recodo

“Somos, podríamos decir, la quinta generación de una familia circense”, añade Martín, destacando la larga ascendencia de artistas en su sangre. Esta trayectoria explica por qué la fusión de la música y las artes circenses surgió de forma tan natural. “El circo y la música están muy relacionados”, explica Raúl.

“De hecho, crecimos en un circo y todos nuestros familiares… todos hacían música, todos cantaban, todos tocaban un instrumento”. Recuerda los inicios de la banda con un regalo de un tío abuelo: una batería vintage de los años 60 o 70 que guardaba en el circo.

“Todos los acróbatas y artistas de circo de nuestra familia tocaban música, así que de ahí provienen algunas de nuestras raíces, no solo circenses, sino también musicales”. Esa mezcla orgánica de talentos es lo que dio origen a su filosofía de “canciones para ver”. La banda se dio cuenta desde el principio de que sus números de circo conectaban profundamente con el público.

Raúl recuerda: “Cuando Martín dejaba la guitarra y hacía una voltereta, la gente nos aplaudía más que cuando intentábamos hacer un solo de guitarra”. No era un gesto calculado; era una expresión auténtica de quiénes eran.

“Fue algo natural, y lo fuimos incorporando”, dice Raúl. El resto de la banda, inspirado por esta filosofía, comenzó a tomar clases de circo para aprender acrobacias, malabarismo y otros actos para incorporarlos al espectáculo. Su historia como colectivo se define por esta evolución compartida. Se ven a sí mismos como una unidad, una familia, más que como un grupo con un solo líder.

Por Maria Franco | Teresa Coben

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