El nuevo disco de San Ignacio, el quinto que publica, es sin duda el mejor trabajo que ha publicado hasta la fecha. Pero el productor argentino ha querido ir más allá, desentrañando con sus propias palabras los secretos que esconde la creación de este sobresaliente álbum.
Así, respecto al sonido del disco, San Ignacio revela que “contiene bases rítmicas muy marcadamente latinoamericanas (funk, rasteirinha, cumbia, etc), a las que intenté darles un trabajo armónico/melódico que no suele suceder en estos géneros (el funk carioca, por ejemplo, casi ni tiene armonía directamente). Recuperando alguna musicalidad simple como fue siempre en la música popular. Hay algo de baile deforme, de espacio para moverse sin que la música lo ocupe todo, de ritmo conocido y al mismo tiempo irregular. Tiene bastante dulzura pero también refleja oscuridades y procesos no tan amables”. Mientras que sobre a las letras asegura que “transmiten amor y desamor, angustias varias. Mensajes simples como el de “Esto no es un poema” que son capaces de marcar una idea con sencillez y de forma honesta”.
En cuanto a su relación con la música, reconoce que “al principio estaba en una escena más experimental/ruidos, recién empecé a meter cosas más rítmico-populares cuando conocí a Dick El Demasiado. Me interesa generar un sonido que esté vinculado a nuestra música popular, que tenga sentido en el contexto (post) moderno, urbano y tecnologizado en el que vivimos, con una poética acorde y con una experimentalidad que no hay que perder”. Aportando su método a una música electrónica que “en Latinoamérica no ha terminado de imponerse ni de generar escenas propias fuertes fuera de los géneros importados (house, tecno, etc). Pero la irrupción de géneros que tienen componentes electrónicos como el trap, y que llegan a muchas personas a través de mensajes claros y sencillos, puede hacer que se revalorice la construcción de mensajes y de hablar de forma abierta, en vez de refugiarse en abstracciones, sonoridades opacas y estéticas cerradas”.
Y de esta manera, aprendiendo y dejándose influenciar por nombres como Apparat, El Mahdy Jr, Forest Swords, Four Tet, Holly Herrndon, Bohren & der Club of Gore o Chancha, San Ignacio ha dado vida a su gran obra, “La Identidad es una trampa”, un disco “grabado entre mi casa de la isla y una casa en demolición en Buenos Aires. En el que originalmente todos los títulos iban a formar un poema aunque luego mutó” y que sin duda supondrá un antes y un después en la carrera del innovador productor argentino.