Por: Blanca Martínez
Me enteré por mi amado Adal Ramones que habías partido al cielo, querido Edgardo Reséndiz Sepúlveda.
Sigo en shock, recordando cuántas cosas vivimos juntos y agradeciendo a Dios el privilegio de haberte conocido y haber coincidido contigo en este plano. Sé que volveremos a vernos cuando Dios lo decida, pero mientras tanto te quiero agradecer.
Recuerdo cuando fuiste mi pareja en la obra teatral en la que actuamos junto a mi mamá. Nuestras noches en los ensayos, las risas y los relatos. Ya estás junto a mi madre y nuestro mutuo amigo Javier Navarro.
Ver contigo “La historia sin fin” era una delicia, fuiste amante verdadero del cine y del teatro.
Tenerte como jefe cuando tuve el privilegio de trabajar para el periódico El Norte y El Metro fue lo máximo y donde más oportunidad tuvimos de vivir anécdotas memorables.
Te llevaré siempre en mi corazón “santo y adorado” y sé que volaste muy alto y ahora estás con las estrellas.
Descansa en paz.