ESTALLAN CONTRA JOAN SEBASTIAN

Fuente: univision.com

 

Edwin Adolfo Lanuza, papá y representante del grupo guatemalteco Las Hermanas Lanuza, dio a conocer la noticia de que Joan Sebastian le había prometido matrimonio a su hija Margareth, de tan sólo 18 años de edad.

Fue tal el escándalo, que decidimos trasladarnos hasta Guatemala, y en entrevista el señor nos comentó cómo fue que su hija tuvo el acercamiento con “El Ídolo de Juliantla”, quien empezó a pretenderla desde hace un año. A la cita, el señor llegó con su otra hija, Emilia, quien nos juró que durante una de sus estancias en México, ella sufrió agresiones por parte del famoso intérprete.

“No me gustó la diferencia de edades”

-Señor, ¿cómo surgió el grupo musical Las Hermanas Lanuza?
“Cuando mis hijas estaban muy pequeñas, una de mis grandes ilusiones fue que se convirtieran en actrices o cantantes, para seguir con la tradición familiar, pues aquí en Guatemala, el apellido Lanuza es de artistas. Así que les pagué clases de canto. El grupo lo integraban Esther, Margareth y Emilia; lamentablemente sólo duraron seis años”.

-¿Por qué se separaron?
“En nuestro país le abrieron conciertos a varios cantantes, y en octubre del año pasado, Joan Sebastian vino a dar sus shows y ellas tocaron. Cuando las conoció en los camerinos, se interesó mucho en mis niñas, les dijo que eran unas mujeres bellísimas y talentosas. Sin embargo, se enfocó en Margareth, quien era menor de edad; tenía 17 años”.

-¿De verdad ella aún no cumplía la mayoría de edad?
“Así es, te repito que eso pasó en octubre, los 18 los cumplió el pasado 24 de marzo. En 2008, él le pidió su número de teléfono celular, así que todas las noches le llamaba para enamorarla, hasta diciembre”.

-¿Qué le decía?
“Que era muy bella, linda y una princesa, quizá palabras de amor, como un hombre sabe cortejar a una mujer. Nunca me enteré bien de lo que le decía cuando estaba sola. En ese entonces le dijo que vendría a visitarla en enero, y estuvo acá dos días, hasta nos invitó a cenar. Siempre llegaba con regalos, sombreros y ropa para todos. A mí me pareció amable, cordial y todo un caballero”.

-¿Usted estaba de acuerdo?
“Me sentía contento de que fuera su productor, pero no en la diferencia de edades. Él le lleva 40 años, es una relación ilógica”.

-¿En qué momento ella se lo presentó a usted como su novio?
“Nunca me lo dijo, sino que la estaba pretendiendo desde hace seis meses. Incluso ella me contó que le había dicho que cuando cumpliera los 18, iba a venir a pedirla como su novia y para casarse. Y justamente vino el 24 de marzo, cuando cumplió la mayoría de edad, mi hija lo esperaba con locura y emoción, pues él se había fijado en ella”.

-¿Alguna vez intentó abrirle los ojos a Margareth?
“Siempre le dije que no estaba de acuerdo, y que aunque estuviera bañado en oro, plata y fama, mi único interés era que fuera su productor, pero no que se quedara con ella. Recuerdo que mi hija me respondió que ya iba a cumplir los 18, que era su vida y podía decidir si lo aceptaba”.

-¿Eso le dolió?
“Claro, pues como padre quieres lo mejor para tus hijos. Para ella deseaba a una persona de su edad, que no le llevara tantos años. Mira, mi mayor sueño es que mis hijas se casen, tengan hijos, compartan su familia y nietos, pero que él estuviera interesado en Margareth fue algo desagradable”.

-¿Al cantante no le puso un alto para que dejara de pretenderla?
“Por supuesto, una vez llamó a las 10 de la noche y le contesté muy mal, le comenté que no hablara tan tarde y respetara; lo único que quería era que él se enojara, que ya no nos dijera nada, y perder la oportunidad de la fama. Cuando le dije eso, Margareth y Esther se me vinieron encima y me dijeron: ‘papá, ¿qué has hecho?, ¿cómo le dices eso al señor?'”

-¿Él cómo reaccionó?
“Con respeto, porque ya no llamó de noche, pero sí de día. Cuando mi hija cumplió 18 años, le trajo un anillo con diamantes y brillantes valuado en 50 mil dólares y ella al verlo enloqueció. Según él, lo diseñó y tenía el número ’18’. Ahí se emocionó. Las personas mayores convencen fácilmente a las jóvenes, por eso buscan la carne joven, o como dice el dicho, ‘para gato viejo, ratón tierno'”.

-¿Margareth tenía novio?
“Sólo había tenido dos, uno de 16 años y otro de 15. Ellas no sabían ni andar en la calle, pues yo siempre las acompañaba. A mí lo que me molestaba era que acosara a mi hija, cuando apenas tenía 17 años. No sé qué tanto le diría por teléfono. Siempre intenté escuchar detrás de la puerta, pero era imposible, quizás eran promesas de amor”.

-¿Joan nunca la vio antes de que cumpliera los 18?
“Sí, pero sólo fue un día. Vino a proponer trabajo para el grupo, siempre la acompañábamos sus hermanas y yo. Nunca la dejé sola. Margareth, desde los 17 años, se me rebeló y me dijo que yo no tenía por qué decidir en su vida”.

-¿Dónde le pidió la mano?
“En la Antigua Guatemala, y me dijo que en la iglesia de La Merced se iban a casar”.

-¿A usted cómo lo convenció Joan?
“Me daba regalos y siendo muy respetuoso, sin embargo, como padre pensé que Margareth me iba a reprochar porque no la dejé, o quizá porque no la detuve”.

-¿Lo amenazó con irse a pesar de su voluntad?
“Era su palabra contra la mía, es más, me dijo: ‘o me dejas, o me voy con mi hermana’. Me amenazó con irse y sabía que de todos modos se irían, y como yo no quería ser enemigo de mis hijas, dejé que se fueran a la buena”.

-¿Usted ha llorado?
“Mucho (se le quiebra la voz). Es muy triste”. Interrumpe su hija Emilia: “tal vez al ir al supermercado o al trabajo diario (se le quiebra la voz) o cuando nos peleábamos en el coche por encender la radio”.

-¿Cómo han sido estos dos meses que ya no está con su hija?
“Duros, muy duros -continúa el señor. Yo creo que mi hija Esther influenció mucho en ella, porque era muy noble e hizo que se pusiera en contra mía. Ya no querían que yo las manejara, porque los últimos cuatro años fui muy estricto. Las dejé tener novio, pero les dije que no tuvieran nada formal con nadie porque teníamos que lograr el éxito, y ya después se podían casar”.

-¿Cuál era el sueño de Margareth?
“Ella quería ser muy famosa, pero ha tenido un corazón muy humilde. Actualmente está estudiando el último año de bachillerato por correspondencia, y se llevó todo su material para enviarlo desde México”.

-¿Ella al ver a Joan Sebastian se sorprendió por su fama?
“Sí, por ser un gran cantante. Ya lo conocía porque siempre ha sido fanática de la farándula, aunque no era uno de sus artistas favoritos”.

-¿En qué momento le dijo que estaba enamorada de él?
“Ya tenía 18 años y lo tenía planeado. Aquí en Guatemala, hasta entonces (los 18) es la mayoría de edad y no podía llamar a la policía ni pegarle o encerrarla en un cuarto, porque ella así lo quería. Aunque es algo ridículo que se haya enamorado de alguien que le lleva más de 40 años, es indignante. Tenía miedo de que me dijeran que era un padre sinvergüenza o que había vendido a mi hija”.

-¿Pero sí hubo un noviazgo?
“No, nunca existió, porque jamás iba a permitir que ella saliera sola con él o que la besara, pues era menor de edad. La envolvió, le hizo promesas de amor y le dijo que los 18 años eran su libertad y que yo ya no iba a tener dominio sobre ella. Él esperaba eso, ahí me di cuenta de que el sentimiento de Joan Sebastian no era bueno y que se la iba a robar”.

-¿Nunca se enfrentó a él?
“Sí, una vez, porque después de que le dio el anillo y estábamos comiendo en un restaurante, me dijo: ‘bueno, hoy las tienes que dejar ir solas a México, porque yo las voy a producir’. Ahí me le enfrenté y le dije que estaba loco, porque nunca las iba a dejar, que si se iban me tenía que llevar a mí. Y dijo que las tenía que dejar crecer”.

-¿Por qué no se fue Emilia?
Responde ella: “Sí fui, pero te voy a contar algo: él nos ofreció llevarnos en su jet, sólo que decidimos ocupar mejor nuestro coche. Desde que mi hermana Margareth cumplió 18, era otro y quería que nosotros nos fuéramos con él. Nos prometió trabajo y dijo que nos iba a pagar mil 500 dólares por presentación, pero nunca se firmó nada”.

-¿Qué pasó cuando llegaron a México?
“Tuvimos una presentación en Cuernavaca (Morelos), porque mi papá se lo exigió, pero después se hizo el desentendido y nosotros nos tronábamos los dedos para saber qué proyecto iba a hacer. Ahí nos dijo que ya no iba a haber presentaciones, que funcionaríamos mejor como coristas y después como edecanes en un local de automóviles que tiene en esa ciudad. No teníamos problema de empezar desde abajo, pero luego nos dijo que no cantábamos bien y que nos iba a dar unas clases de vocalización, porque no éramos artistas”. Sigue su papá: “Fue cruel y malvado. Ahí vi lo malo y diabólico que empezaba a ser con nosotros. Nos decía que no valíamos nada, que no éramos artistas y nos bajaba la moral. Todas las promesas que hizo no las cumplió. Nos la pasábamos en la casa que nos rentó, encerrados y gastándonos el dinero”.

-¿Cuál cree que era su fin?
“Desintegrar el grupo -responde Emilia- y sólo quedarse con Margareth y a nosotros decirnos ‘adiós’, incluyendo a mi hermana Esther, pero ella se fue metiendo y se volvió aliada de él. Después, mi papá ya no nos dejaba salir solas con Joan, siempre iba a las cenas con nosotros”.

-¿Qué decía Margareth de todo esto?
“Nos respondía de mal modo -contesta don Edwin Adolfo- y decía: ‘papá, déjanos libres, tenemos que vivir nuestra vida’. Después comenzaron a salir solas a restaurantes y discotecas, pero en Cuernavaca nada más, nunca nos llevó al DF, porque no quería que se dieran cuenta”.

-A ti, Emilia, ¿había algo que te empezara a molestar de él?
“Sí, pues siempre, a donde quiera que nos llevaba, pedía la comida y no faltaba la botella. Estaba bien tomar media copita, pero él nos decía: ‘tomen, no es malo’. Nos ofrecía tequila y vino, y como yo no estoy acostumbrada a fumar ni a beber, en esas reuniones siempre dije que no, pero él decía: ‘tienes que agarrar la onda y el ritmo. Hay que tomar y divertirnos…’ Sin embargo, me decía que mi papá ya me había hecho a su manera y que no me podía cambiar”.

-¿Tus hermanas te decían algo?
“Me empezaban a ver mal. En esas reuniones era muy cariñoso con Margareth, le daba besos y se dejaba tomar fotos. Una vez fuimos a Tequesquitengo, nos subimos a un barco y hubo baile, champaña y un gran festejo. Esto lo hacía tres veces por semana, pero yo no quise tomar porque me iba a volver una alcohólica. Una vez le dije: ‘Joan, no quiero ir a sacar de centros de rehabilitación a mis hermanas”, y me respondió: ‘¡n’ombre, déjalas!’, lo curioso es que nunca le daba a Margareth, sólo a Esther y a mí. Me decían que en dos meses me iba a cambiar mi forma de pensar”.

-¿Qué pasaba después de las fiestas?
“Él nos llevaba a la casa que nos había alquilado, a las 2 o 4 de la mañana, sólo nos incitaba al vicio”. Continúa su papá: “su intención era volverlas alcohólicas, era un desgraciado”. Y sigue Emilia: “el punto final fue que él estaba en contra de mí, porque un día nos abrió la puerta del coche y se subió Esther, luego Margareth, y cuando yo me iba a meter, aventó la puerta contra mí, me agredió físicamente. Después sucedió algo que me hizo entender que Joan lo que quería era mujeres privadas a domicilio. Yo no estoy acostumbrada a eso, y a ellas no las culpo, porque las hizo a su manera”. 

-¿Cuál es la peor humillación que recibiste?
“Nos quería volver prostitutas”.

-¿Joan no les ha hablado desde que se dio a conocer la noticia?
“Sí, me dijo: ‘pero Edwin Adolfo, ¿qué hiciste? Eres un hijo de la gran… ¿por qué dijiste que hay matrimonio, si yo nunca lo prometí?’ Le respondí que mi hija era virgen y que de seguro él ya la había manoseado y quitado la virginidad, y colgó”.

-Don Edwin, ¿le duele que un señor de casi 60 años haya tocado a su hija?
“Pues ellos lo sabrán, pero me imagino que ya hubo algo. La última vez que hablé con una de mis hijas me dijeron que los espermas de él ya están muertos. Al parecer quiere embarazar a Margareth por medio de una inseminación artificial y le quiere dar dos hijos, como si fuera una de sus yeguas de establo. Él ve a las mujeres como vacas, como animales”.

-¿Qué sintió cuando su hija le dijo esto?
“Uno de sus problemas es que destruye la belleza de las mujeres. Yo le dije a mi hija que se estaba metiendo a la cueva del lobo, pero me dijo que no le importaba y que estaba dispuesta a sufrir lo que fuera”.

-Emilia, ¿quedaste mal con él?
“Sí, porque cuando me fui me dijo: ‘mi correlona, te me fuiste’, pero yo no me dejo apantallar ni de las caras bonitas”.

-Señor, ¿quiere ir por su hija?
“Le pido mucho a Dios que haga justicia ante la crueldad y maldad de este hombre, porque le ha hecho daño a muchas mujeres y todas se han quedado calladas”.

-¿Cree que tiene amenazada a su hija?
“Sí, porque le prohibe contestar el teléfono y ya no deja que use ropa pegada. Las dos ya son como corderitos acorralados y tienen que hacer lo que él dice. Incluso les dijo que se quitaran el apellido ‘Lanuza’, que porque era horrible y nunca iban a triunfar”.

-¿A qué conclusión llegó usted?
“Siempre les decía que eran unas ‘barbies’ y que tenían que comer. Un día le comenté que por qué las quería hacer gordas y me respondió que él se había vuelto feo y viejo, ahí me di cuenta de que él desea que todas sean así”.

-¿Desde cuándo no las ve?
“Tiene casi un mes, y aunque hemos hablado, últimamente ya no me responden las llamadas. Él se enojó mucho, entonces Margareth me llamó llorando y dijo que por qué le habíamos hecho esto, pero Joan la ha de haber regañado. Ahora ya ni nos llaman, y sí lo hacen no pueden hablar mucho. Estoy muy preocupado”.

-¿Le tiene miedo?
“Sí, incluso él maltrata a sus empleados y los agarra a cinturonazos. Le gusta castigar a los animales y a los músicos también”.

-¿Desde cuándo viven en México?
“Desde el 12 de abril, y están en una casa de Cuernavaca; ojalá todavía estén ahí y que no las haya trasladado. Las extraño mucho (llora)”.

-¿Supuestamente cuándo se van a casar?
“Ahora están desmintiendo la nota y él le dijo a Esther que declarara que el anillo que le dio a Margareth no era de compromiso, sino de cumpleaños”.

-¿Qué haría si Joan Sebastian sólo jugara con los sentimientos de su hija?
“Él está acostumbrado a hacer eso con las mujeres, por su poder económico y su fama. Pero ya le llegó su hora y hay que ponerlo en su lugar. Se llevó a una princesa, y mis hijas son muy importantes aquí, en Guatemala, y si él no se casa con ella, no sólo va a ser mi enemigo, sino todo el país lo va a odiar”.

-¿Cree que ella está cometiendo el peor error?
“Sí, él se aprovechó de una adolescente porque esos viejos zorros y bandidos buscan a las chavitas y las hacen víctimas de su vida. No me duele que ella haya decidido, sino la acción de un hombre malvado, de aprovecharse de mi hija, es un viejo rabo verde”.

-¿El cantante le llegó a ofrecer dinero?
“Sí, me quería comprar, pero nunca le recibí ni un quinto. Lo que nos indigna es que mis hijas se hayan dejado llevar por la ambición, pues uno tiene que ser famoso por sus méritos y talento, y no vender su cuerpo. Esos son los verdaderos artistas”.

-Ahora que regresó de México, ¿por qué no se las pudo traer?
Responde Emilia: “porque mis mismas hermanas nos echaron de la casa… (rompe en llanto), nos dijeron que si no nos íbamos de inmediato nos aventarían a la policía”. Don Edwin sigue: “nos escupieron, pero si ellas no se arrepienten, van a recibir el castigo de Dios”.

-¿Que dijo Joan por eso?
“Nada, porque nos salimos de Cuernavaca y nos fuimos a hospedar a un hotel del DF, y ahí nos la pasamos llorando toda la noche. Intentamos regresar por ellas, incluso mi hija Emilia se arrodilló y les pidió que nos dieran posada, pero le escupieron y la tiraron”. “Fue por la influencia de él”, asegura ella. Y continúa el señor: “él es tan malo que le gusta meter odio en la mente de las personas. Les dijo a mis hijas que yo no las quería, sino que las odiaba”.

-¿Sabe qué va a pasar ahora?
“No sabemos si las va a ocultar o las va a dejar. Él no se esperaba esto, pues sus planes eran cargarlas en sus conciertos y ocultarlas, como tiene a todas las demás”.

-¿Aún insiste en que Margareth se case con él?
“Sí, porque mi hija era virgen y pura, y la tiene que honrar”.

-¿No cree que lo mejor sea que viva con usted?
“No, porque no la va a deshonrar. Si mi hija dice que lo quiere y él también, ¿cuál es el problema? Ella asegura que está muy enamorada, y él de ella, no creo que el matrimonio sea un fracaso, a menos que todo esto sea una farsa. Como padre, estoy chapado a la antigua, y aquí en Guatemala sabe que él prometió matrimonio, y sería una deshonra para mi hija si no se casa con ella”.

-¿Qué le quiere decir a ellas?
“No puedo sentir odio en su contra, las bendigo en nombre de Dios y ojalá las haga recapacitar y se den cuenta de lo malvado que es él, y que su forma de actuar no fue correcta”.

-¿Cree que él acabó con su inocencia?
“Sí, porque últimamente se la han pasado en hoteles y no creo que sea tan caballero de dormir en un cuarto y ella en otro”.

-¿Ha pensado en demandarlo?
“No, porque quizá no le vamos a ganar. Siendo una menor de edad, la enamoró, ¿verdad? Es acoso y ellos sabrán si le hablaba de sexo a esa edad (17 años)”.

-¿Y ellas qué le han comentado sobre toda esta situación?
“Me dijeron que por haber dado la noticia, no las iba a volver a ver (llora)”.

-¿Hay algo que le quiera mandar decir a Joan Sebastian?
“Que es una persona muy mala y que Dios lo va a juzgar (continúa llorando). Mis hijas son unas niñas y eso a mí me consta. Siento que fui a enterrar a alguien a México y vengo con el mismo pesar”.

-¿Ha pensado en regresar?
“Sí, quiero ir a ver cómo están, pero por el momento no tengo planes, porque no nos quieren ver. La última vez le dije a Esther que iba a regresar pronto, y me comentó que si ya me había ido, había perdido la oportunidad”.

-¿Cuál es su principal temor?
“Que él las induzca al camino de la perdición, ése es mi mayor miedo. Sé que mis hijas corren peligro a su lado, porque las quería inducir al alcoholismo y a la prostitución. Y aunque ellas dijeron que se iban a alejar de mí, les quiero decir que las autoridades pueden auxiliarlas en cualquier situación que puedan pasar”.

-Y a todo esto, ¿la mamá de ellas qué ha dicho?
“Estamos separados desde hace tiempo, pero de eso no quiero hablar”, dijo, triste, el papá de las jóvenes cantantes.