Entre todas las celebraciones que han sido heredadas por los Norteamericanos al mundo, siendo algunas de estas realmente jocosas y rayando otras en lo inverosímil, por supuesto siempre habrá algunas que resulten ser tan populares como el famoso Halloween, aunque otras no lo sean tanto, independientemente de que muchas de éstas no tan conocidas merezcan mucho más atención que la que les es concedida.
Una de estas no tan conocidas celebraciones pero que al ser observada de cerca resulta que aunque su número de seguidores es considerable, podría ser más tomada en cuenta internacionalmente, es la que se celebra los días 19 de enero de cada año; El Día de las Palomitas de Maíz (Popcorn Day en inglés).
Como todos sabemos, el maíz es un grano originario del continente americano, y es por lo tanto el grano más utilizado en la gastronomía de esta parte del mundo. Las palomitas de maíz eran ya un alimento popular en lo que ahora es Latinoamérica muchísimo antes de la llegada de los españoles al continente. Muestras fósiles de palomitas de maíz que datan de hace miles de años han sido encontradas en excavaciones y cuevas fechadas en rangos superiores a los 5 mil años de antigüedad.
Hacia finales del siglo XIII, las palomitas de maíz eran utilizadas tanto como cuentas en los solemnes tocados ceremoniales utilizados por los Aztecas, hasta como parte integral en la decoración en muchos de sus rituales, entre ellos los ofrecidos al dios de la lluvia, Tláloc, y por supuesto seguía siendo una de las formas más apreciadas de las tantas en las que es preparado el siempre delicioso maíz.
Los exploradores españoles quedaron por supuesto fascinados con el maíz y en especial con esta forma de prepararse, siendo una de sus descripciones la de que ”estallaba en lo que parecía una flor blanca”. En los Estados Unidos el PopCorn se empezó a hacer popular a mediados del siglo XIX, pero no fue hasta el año de 1900 cuando el empresario Charles Cretors, propietario de una tienda de dulces, desarrolló una máquina para hacer reventar el maíz con vapor, logrando así que el grano rindiera más y conservara un sabor mucho más acentuado. Como era de esperarse, en muy poco tiempo Cretors ya tenía carros de palomitas de maíz tirados por caballos que recorrían las calles de Chicago.
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